Manuel Villarino

MANUEL VILLARINO (PINTOR)

Conocí a Manuel Villarino en la Feira da Arte Galega (¿XVI edición?) que se celebraba en el Hotel Hesperia de A Coruña.
Desde el principio me pareció una persona cercana, de esas que, después de pasar un rato con ellas, parece que ya las conoces de toda la vida. Y tanto es así, que me animé a vender un cuadro (aunque tengo que reconocer que solo le ayudé). Yo, orgullosa y feliz por tal éxito mío… Pero cuál fue mi sorpresa cuando salgo de la feria y me doy cuenta de que ¡también él me ha vendido a mí dos cuadros suyos! Jajaja. No es poco listo…
Pero si alguien puede contarnos cómo es Manuel y hablarnos de su obra, no hay nadie mejor que su amigo y compañero de profesión, Alfonso Abelenda.

Aquí os dejo el artículo que escribió sobre él:

Su bagaje es un regalo para los suyos, que somos nosotros, los coruñeses, que recibimos su vuelta con alegría, porque Manolo es un artista generoso, hombre comunicador y alegre. Amigo de la amistad y de la vida.Su pintura ha sido una aventura continua, una búsqueda de identidad y sorpresa.

Hoy, empieza a interpretar La Coruña con el amor de un «Romeo» a su Julieta. Un torrente impetuoso de color ilumina sus lienzos con una plasticidad arrolladora y un ritmo frenético. La Torre de Hércules, a la que Picasso niño llamaba la «Torre de Caramelo», Manolo la interpreta y nos la regala envuelta en todos los matices de los siglos. Es la historia del mar de los ártabros que ilumina nuestros ojos atónitos. Aún quedan más versiones que nos esperan, fruto de su capacidad creativa, de asombro y de trabajo.

Manolo es la sorpresa, y sabemos que nos espera una Coruña plásticamente vital y rítmica, salida de su paleta y sus excursiones por los rincones más emblemáticos de «Marineda», la ciudad de cristal, como la llamaba Doña Emilia Pardo Bazán.

Texto de Alfonso Abelenda.

VILLARINO, UNA CICLOGÉNESIS PLÁSTICA

Manolo Villarino, autodidacta por decisión y plástico por vocación.
Manolo es en sí mismo la búsqueda frenética de su destino; impulsado por su amor a la vida, va trazando su camino con mano y paso firme. Aventurero, recibe y da sus primeras lecciones en las calles y plazas de Barcelona y Madrid, donde comienza a tener sus primeras experiencias, sin más bagaje que su entusiasmo y amor por su vocación. Se enfrenta al «toro» del arte con su estoque-pincel y su capote-paleta. Banderillero del público curioso, sorprende con sus «Manolos» y «Manolas» al «respetable» de las plazas de Barcelona y Madrid. Genio y figura, es sacado a hombros y traído a La Coruña, su ciudad, en el año 96.

Scroll al inicio
Plugin the Cookies para Wordpress por Real Cookie Banner