Su bagaje es un regalo para los suyos, que somos nosotros, los coruñeses, que recibimos su vuelta con alegría, porque Manolo es un artista generoso, hombre comunicador y alegre. Amigo de la amistad y de la vida.Su pintura ha sido una aventura continua, una búsqueda de identidad y sorpresa.
Hoy, empieza a interpretar La Coruña con el amor de un «Romeo» a su Julieta. Un torrente impetuoso de color ilumina sus lienzos con una plasticidad arrolladora y un ritmo frenético. La Torre de Hércules, a la que Picasso niño llamaba la «Torre de Caramelo», Manolo la interpreta y nos la regala envuelta en todos los matices de los siglos. Es la historia del mar de los ártabros que ilumina nuestros ojos atónitos. Aún quedan más versiones que nos esperan, fruto de su capacidad creativa, de asombro y de trabajo.
Manolo es la sorpresa, y sabemos que nos espera una Coruña plásticamente vital y rítmica, salida de su paleta y sus excursiones por los rincones más emblemáticos de «Marineda», la ciudad de cristal, como la llamaba Doña Emilia Pardo Bazán.
Texto de Alfonso Abelenda.